http://photos1.blogger.com/blogger/7442/2375/1600/blog1.0.jpg(otra portada) El Sur Global: 24 jul 2012

martes, julio 24, 2012

Una mirada familiar a Los Contreras, de Pichucalco


Julio, 2012

En los últimos años, he estado empecinado por encontrar los rastros de los personajes y las familias que construyeron y habitaron las haciendas de Pichucalco, en la parte noroccidental de Chiapas. Eso me ha llevado a dar con pasados y pasajes de algunos de ellos. Esto me ha permitido, en menor medida, reconstruir algunas historias locales, salpicadas muchas veces, de anécdotas y recuerdos.

Esta vez, es Mitchel Snow, quien a través de su reciente libro Movimiento, ritmo y música: una biografía de Gloria Contreras publicado en 2008 por el Fondo de Cultura Económica, no solo “describe de manera puntual la determinación férrea de Gloria desde su niñez y su vocación innata por el arte de la danza (Snow, 2008: 9), sino incorpora pasajes familiares y  vivencias de la artista mexicana durante sus breves estancias en las fincas de la región de Pichucalco. 

En este caso y para fines de este documento, me limitaré a describir lo relacionado a las cuestiones anecdóticas y familiares de Gloria Contreras, en un intento y como pretexto para explicar la dinámica de la región y algunos hechos relacionados con las familias pichucalqueñas durante el siglo XIX.

Gloria Contreras

Nacida en 1934, Gloria Contreras Roeniger es reconocida mundialmente como la gran coreógrafa mexicana, discípula de grandes artistas como Fierre Vladimiroff, Anatole Oboukhoff, George Balanchine y Felia Doubrovska, entre otros. (CONACULTA: 2012), pero nada la ligaría al terruño chiapaneco, a no ser por sus antepasados de la región de Pichucalco e Ixtacomitán descritos por la propia bailarina con muchos detalles anecdóticos en la obra de Snow.

El libro de Snow parte de la reconstrucción familiar de la historia del abuelo paterno de la coreógrafa, el alemán migrante Herman Roeniger, quien llega a Nueva York y se casa con Elsa Glass;  luego se trasladan a México, donde Roeniger lograr encontrar trabajo en una empresa nacional de electricidad.  

Pero, mejor dejemos  que Snow nos relate de lo que la misma Contreras narra en lo que parece ser su autobiografía:

“Durante varios años, la familia Roeniger llevó una existencia errática, cambiando de residencia cada vez que se terminaba un proyecto. Carmen, la tercera de sus cinco hijos y la única mujer, nació cuando la familia residía en Chiapas […] Carmen era todavía una niña cuando Elsa enfermó de tuberculosis; murió poco después de que la pequeña cumpliera nueve años”.(Snow, op cit:16)

Más tarde, “al morir su padre de un repentino ataque al corazón, Carmen, de 15 años, se convirtió en la verdadera cabeza del hogar en la ciudad de México.  Luego vinieron algunas tragedias familiares como el suicido de su hermano Carlos y el alcoholismo de sus otros hermanos, Pablo, Herman y Alfredo.  

Carmen Boeringer, prefirió mudarse a Mixcoacac-dice Snow- donde conoció al abogado Gregorio Contreras Alvarez de la Cadena. Con el paso del tiempo, Gregorio y Carmen se casaron; de esa unión nació Gloria. No sin antes, enfrentar una tragedia más: el suicidio de la primera prometida de Gregorio Contreras, Carmen Rubio. Un incidente del que no habla la familia Contreras.

El patriarca, Gregorio Contreras

La conexión de Gloria Contreras con el terruño chiapaneco proviene del lado paterno. Su bisabuelo, Gregorio Contreras Lorca pertenecía una tercera generación de familias de connotados hacendados que se asentaron hacia principios del siglo XIX en Pichucalco con la llegada  de Gregorio Contreras Figueroa y dos de sus hermanos- José Antonio y Máxima-, procedentes de Campeche. 

A esta primera generación se les conoció como Los Campechanos  y muy pronto se emparentaron con la familia de Ambrocio Vidal y Josefa Pontigo, dueño de la hacienda Santa Rita Cosauyapa. (Entrevista a Andrés Contreras Rabelo),

Fue así que Gregorio Contreras Lorca- nieto de Gregorio y Josefa Vidal Pontigo- heredó la Hacienda Santa Anita en Ixtacomitán, ubicada sobre las márgenes del río Jana. (Hoy, propiedad la familia Lastra). 

Sobre el bisabuelo hacendado de Gloria, Snow relata:

“El abuelo y la madre de Gregorio fueron artistas consumados, por méritos propios. Gregorio Contreras Lorca, dueño de la hacienda Santa Anita en Chiapas, importó una prensa de Europa para imprimir sus poemas. Tanto el piano de cola como la prensa fueron transportados en mulas. Él fue uno de los tres hermanos Contreras que llegaron de España a Ceiba Playa en Yucatán, hoy conocida como Campeche. 

Con el tiempo Gregorio se estableció en Chiapas y aumentó sus propiedades hasta volverse dueño de cinco ranchos [haciendas]. Para llevar los productos de sus negocios al puerto más cercano, construyó la primera línea férrea de la zona. Después de la muerte de su primera esposa, su prima Celsa Contreras Allipi, se casó en segunda nupcias con una muchacha de 15 años que sobrevivió tanto a Gregorio como a la inmensa fortuna que él había amasado”(op cit: 18).

Todavía años más tarde, “uno de los recuerdos infantiles más vívidos de Gloria es sobre una visita a la hacienda de su bisabuelo, abandonada en aquel entonces. La Legendaria prensa, el piano de cola y el fino mobiliario francés yacían bajo gruesas capas de polvo; una escena que hace pensar en Dickens”. (Ibidem: 19)

Pero la historia de la familia Contreras, no solo es sui generis por la repetición constante de “Gregorios” y “Andrés” en línea paterna como  ocurre en Cien Años de Soledad con “José Arcadio” y “Aureliano”, como tampoco por sus inmensas propiedades o su vasta descendencia  que prevalece aún en Pichucalco, sino por los hechos en los que estuvo implicado y su influencia como hacendado en la región.

De Gregorio Contreras Figueroa se puede decir que en 1829, don Domingo Arraigada y otros miembros del Ayuntamiento de Pichucalco presentaron una solicitud al Gobierno de Chiapas, para que la cabecera del departamento fuera trasladada a Pueblo Nuevo Pichucalco, por considerarla mayor en número de población,  tierras fértiles y por su fácil comercio con Tabasco; pero fundamentalmente, porque unas pocas familias controlaban la administración del gobierno local. Al respecto Manuel B. Trens (1999: 327) señala:

“Pero en lo que principalmente hacían hincapié estos munícipes era en que, debido a la impreparación de la población de Ixtacomitán, una sola familia, la de don Ambrosio Vidal y Doña Josefa Pontigo, formada por los hijos Don José de los Santos, Don Yanuario y don Cecilio, los yernos de Don Gregorio y don José Antonio Contreras y Don Narciso Castro, Don Leocadio Malpica, yerno de don Gregorio, y don Nicolás Labó sobrino de la señora Pontigo, era la que manejaba todos los puestos públicos y disponía de los destinos del partido, lo cual redundaba  en notorio inconveniente de los intereses públicos”.

Por su parte, de Gregorio Contreras Lorca se puede decir que participó en algunos acontecimientos regionales junto al Coronel Eusebio Castillo-quien comandaba las Guardias Nacionales de Juárez en Tabasco- durante una ligera insurrección organizada por Benigno Pardo y Pomposo Costa en Pichucalco. La rebelión motivó ligeras escaramuzas en Ixtacomitán en mayo de 1863.

El parte de guerra, rendido al Comandante y Gobernador de Chiapas, Angel Albino Corzo por don Eusebio Castillo, revelaría que Contreras Lorca y Cornelio Castillo se habían sumando a la guardia nacional en la ciudad de Teapa “para prestar su cooperación y servicios en la persecución del enemigo.”

No obstante el aparente triunfo de las Guardias Nacionales de Juárez en Pichucalco, ahora serían los tabasqueños quienes azolarían a la región. Esta vez, Eduardo G. Arévalo, impuso préstamos forzosos a las haciendas del norte de Chiapas, obligando a algunos finqueros abandonar la región. Desde luego, don Gregorio Contreras Lorca no fue ajeno a los atropellos.

En una carta a la Jefatura de la Prefectura Política del territorio de la Isla del Carmen en la que quedó sometido el territorio tabasqueño, José María Maldonado y Antonio Saury, de la Finca Santa Ana en Pichucalco explicarían la situación en la región del siguiente modo:

Esta villa [de Pichucalco], que pertenece al Departamento de Chiapas, estaba ocupada por fuerzas liberales de su gobierno, y al ser evacuadas (sic) por ellas, a causa de la invasión que hizo el Sr. Ortega se pronuncia espontáneamente por la Intervención y todos sus actos. 

En el momen[to] en que sabe la noticia, [Eduardo G. Arévalo] marcha con su fuerza a la villa pronunciada y la saluda con un préstamo forzoso de cuarenta mil pesos, y, para reunirlos con presteza, manda piquetes de su fuerza por las rancherías y haciendas, con orden de traer presos a respetables y ancianos propietarios, que llegan a la población, en donde, bajo el apremio de las mayores amenazas, se les obliga a exhibir las cuota que les había sido fijada caprichosamente: hubo infeliz que, cuotizado en quinientos pesos de préstamo, y no teniendo por capital sino una pequeña finca de campo, temeroso del insulto y la prisión, la vendiera, recibiendo por cambio los quinientos pesos dichos, que debía pagar, y el saldo a plazos anuales, teniendo que vivir en tanto a la intemperie, con su desolada familia, que, en mala hora y sin crimen alguno, se veía arruinada y condenada al hambre y sus desconsoladoras consecuencias.

De este número son las respetables familias de los señores Salvatierras y Contreras que han emigrado con sus ancianas madres, de ochenta años, dejando abandonadas sus propiedades raíces. (GARCIA, Genaro, 1908: 179-180)

La vida pues del bisabuelo Contreras Lorca había sido un tanto atropellada en una época convulsa para la región.  

Los Alvarez de la Cadena y el rey Alfonso el Sabio

Por su parte, la abuela paterna de Gloria Contreras, Trinidad Alvarez de la Cadena al parecer provenía de una familia española, que había servido en la corte de Alfonso el Sabio-. “El rey Alfonso le agregó  De la Cadena al apellido Alvarez, como castigo al descubrir que ese caballero había sostenido relaciones con una mujer mora” cuenta Snow. 

Pero además, Trinidad Alvarez de la Cadena, tenía dotes de pianista consumada y clarividente. Volvamos a revisar lo que anota Snow sobre ello: 

“Al parecer, Trinidad no sólo se adelanto a su época, sino que además fue clarivente. Cuando estaba viviendo en Pichucalco, soñó que su padre volaba por el cuarto y su casaca negra tomaba la toma de ala; él voló hacia una de las esquinas de la habitación, donde con el techo, lo que hizo despertar a Trinidad. – Mi padre acaba de morir- le dijo a su esposo.- Impresionado, Andrés anotó la fecha y la hora. Meses más tarde, cuando por fin llegó el correo de la Ciudad de México, Trinidad recibió la noticia oficial de la muerte de su padre, ocurrida en la fecha y hora de su sueño”. (Snow, Op cit: 20)

Trinidad Alvarez de la Cadena había conocido a Andrés Contreras cuando él estudiaba medicina en la Universidad Nacional Autónoma de México. Luego, “se fue a vivir con él a la hacienda familiar en Pichucalco, Chiapas”. Al parecer- según los testimonios familiares-habían heredado la finca San Miguel, ubicado entre el rio Ixtacomitán y la población de Pichucalco.

Ella permaneció y administró la hacienda por un largo tiempo, mientras el médico Andrés recorría Chiapas atendiendo las necesidades médicas de las poblaciones rurales. Ahí, tuvieron a sus hijos, Gregorio, Adela y Francisco Contreras. El primero, sería el padre de Gloria. 

La familia Contreras Alvarez de la Cadena, tuvo la necesidad de regresar a la ciudad de México, donde Andrés obtuvo un puesto político en el Gobierno de Porfirio Díaz, pero triunfante la revolución tuvo que abandonar el país rumbo a Cuba, donde trabajo en un hotel, mientras que Adela su hija, hacía oficios de enfermera y administradora. (Op cit: 22)

El padre de Gloria, Gregorio Contreras permaneció en México, donde gozaba de buena reputación, pero “era claro que el corazón de Gregorio se encontraba en San Miguel, el rancho de la familia en Pichucalco”, observa Snow.

Los Contreras y la revolución en Pichucalco.

En el Pichucalco rural de la época de principios del siglo XX, los Contreras y al igual que otras familias regionales, para hacer frente a la revolución: 

“Se las ingeniaron para tener el rancho bajo su control durante la revolución mexicana, dividiendo la tierra en pequeñas parcelas a nombre de los hijos e hijas y presentándolas legalmente como pequeñas propiedades. Aunque todos los hermanos poseían tierras y recibían rentas, Gregorio dirigía las operaciones de la hacienda e invertía todo lo que le quedaba de sus ingresos en la propiedad hasta que la convirtió en un rancho ganadero” (op cit:23).

Pero, Gloria no sólo disfrutaba la convivencia familiar durante su infancia, al menos se evidencian algunas visitas al terruño paterno:

“El recuerdo más grato que Gloria tiene de Pichucalco es el de nadar en el río que cruzaba el rancho. Cerca de la casa de su tío Andrés, bajo un árbol verde, el río formaba un pequeño estanque y la corriente disminuía; era una poza ideal para que todos nadaran”. (Ibídem).

Pero,  además, sus hermanas observaban con mucha atención algunos hechos que ocurrían sobre la población indígena, sobre todo en la región Altos de Chiapas:

“Cuando íbamos a San Cristóbal, todavía siendo muy jóvenes, podíamos observar la situación denigrante en la que vivían los indígenas, Mi padre nos explicó que les pagaban con alcohol para mantenerlos borrachos. Este problema era más notorio entre los Chamula, cuenta Elsa”.

Esta mirada hacia Los Contreras, a partir de los apuntes de Mitchel Snow relatado por la propia Gloria, permite retratar algunos aspectos de la vida cotidiana de las familias hacendadas pichucalqueñas del siglo XIX, pero sobre todo, permiten comprender el proceso histórico de esta región como las relaciones de poder y la economía doméstica familiar.

FUENTES CONSULTADAS

- CONTRERAS RABELO, Andrés.(2012).-Comunicación electrónica. Entrevista. 21 de julio, 2012. Pichucalco, Chiapas.  

- CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES. (2012). Comunicado Número 1185. Consultado 21 de julio, 2012 en http://www.conaculta.gob.mx/sala_prensa_detalle.php?id=20986

- GARCIA, Genaro. (1908). Documentos inéditos o muy raros para la Historia de México. La Intervención Francesa en México, según el Archivo del Mariscal Bazaine, segunda parte.  Vol. XVI. Librería de la Vda. De Ch. Bauret. México DF.

- SNOW, Mitchell. (2008). Movimiento, ritmo y música: Una biografía de Gloria Contreras. Fondo de Cultura Económica, España.

- TRENS, Manuel B. (1999). Historia de Chiapas. Desde los tiempos más remotos hasta la caída del Segundo Imperio (¿...1867). vol. III. Coneculta Chiapas. 



Actual hacienda Santa Anita, ubicado en las márgenes del arroyo Janá, en Ixtacomitán.



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miércoles, julio 11, 2012

El Estado porfiriano en Pichucalco 1900-1910

Fermín Ledesma D/Julio, 2012.

Durante la primera década del siglo XX, la región de Pichucalco contaba con una población total de 27 mil 924 habitantes, de los cuales el censo de 1910, identificó una población totalmente rural. Una gran mayoría vivía en las fincas, mientras el resto, lo hacía en chozas y jacales de los 12 principales pueblos.[1] Eran tiempos del Presidente Porfirio Díaz y del Rabasismo, en Chiapas.

La zona parecía una de las regiones más boyantes de Chiapas. Al menos, así lo evidenciaban los resultados de los diversos censos practicados en las haciendas y en los pueblos durante la primera década del siglo. La producción de cacao, el comercio y los finqueros constituían el centro del poder regional.
 “De acuerdo a las estadísticas lo más notable de este departamento fue el crecimiento de la propiedad privada, pues pasó de 126 en 1837 a 1241 en 1909 propiedades rurales, pudiéndose relacionar tal fenómeno con las políticas de deslinde y colonización implementadas por el gobierno porfirista”.[2]

Tan solo en 1908, el Gobierno de Ramón Rabasa, identificó 127 fincas dedicadas a la siembra de cacao y caña de azúcar, principalmente, cuyo precio excedían los $10,000.00 de valor fiscal en Pichucalco[3].
Precisamente, una gran parte de la población y la mano de obra se ocupaba en el trabajo de las fincas  y en el cultivo de la tierra.  Durante el censo de 1910, se identificó que al menos, 6 mil 235 personas eran empleados como jornaleros o peones de campo en las haciendas, mientras que 555 estaban como criados y sirvientes directamente, 1,149 personas eran “agricultores”, es decir propietarios de las tierras, mientras que, 8 mil 387 reportaron alguna actividad propiamente del quehacer doméstico.[4]

La industria petrolera parecía una alternativa para el desarrollo de la región. Los recientes hallazgos de yacimientos por parte del ingeniero Máximino Alcalá al explorar los terrenos de la finca La Guadalupe, por los rumbos de Nicapa y Tectuapán, abrían la posibilidad de convertir a Pichucalco en una zona potencial de extracción de hidrocarburos, porque se decía, “el porvenir de una región está pues en la apertura de pozos profundos[5]

Unos años después de los descubrimientos de Alcalá, el 14 de agosto de 1907 se concretaron las primeras exploraciones de petróleo, al firmarse el contrato de concesión entre el Gobierno Federal y la compañía Anglo Mexicana, Oil Fields Ltd, representados por el Secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización e Industria, Lic. Olegario Molina, y los Señores Luis de la Barra y Juan Bringas representantes de la compañía citada, por un lapso de 10 años. [6]

En el plano político, los finqueros eran quienes decidían los puestos de decisión regional más importantes. Así, para las elecciones de 1908, al menos, un representante de cada familia ocupaba un cargo en los ayuntamientos de sus respectivos municipios; Pedro Resendez y Gregorio Pastrana en Ixtacomitán;  Alberto Pérez Pastrana en Chapultenango y los hermanos Antonino Cantoral y Mariano Baldomero Cantoral en Nicapa, (hoy perteneciente a Pichucalco)[7], entre otros.

En muchos casos “el Estado llamó a los finqueros para realizar funciones públicas prominentes: construir escuela, reparar caminos y puentes, aplicar censos e informar sobre las condiciones la producción local […] de esta forma los finqueros devinieron en el Estado”.[8]
Quizá por eso, aunque frecuentemente eran denunciados por mantener en condiciones de esclavitud y propinar severos castigos a sus mozos en las fincas[9], ninguna autoridad intervenía. Es más, eran de la idea de que, las deudas de los peones no debían suprimirse, según lo habían manifestado en el Congreso Agrícola celebrado en 1896 en Tuxtla Gutiérrez.[10]

Todos estos elementos y el contexto regional de la época, permitía a los hacendados locales mantener interés en cada uno de los sectores de la economía, con la lógica concentración de la producción agrícola y la propiedad rural, los cuales, a su vez, hacia que mantuvieran un férreo control  de decisión sobre la región, más de allá de lo económico y lo político. Así, la paz porfiriana estaba asentada en Pichucalco, sin mayores problemas.

Pero, toda esta bonanza económica que privaba en la región y la aparente paz de la que gozaban los hacendados sería interrumpida el 10 de mayo de 1911, cuando un grupo de Tabasqueños, provenientes de La Chontalpa cruzaron la frontera de Teapa hacia Pichucalco[11], para llevar la revolución maderista que había estallado en gran parte del país.

Al llegar al lugar, los tabasqueños saquearon los comercios, se llevaron la escasa munición con que contaba el destacamento, incendiaron algunas fincas de hacendados que se oponían al movimiento, “reclutaron a  60 hombres en la cárcel local y robaron 30 mil pesos del único banco del pueblo”[12]. Incluso, un grupo de Pichucalqueños, dirigidos por Juan Hernández se enrolaron en las tropas tabasqueñas y durante los años siguientes, serían actores claves en las revueltas regionales.

A partir de ese año, los hacendados comenzarían a vivir las consecuencias del proceso revolucionario a una escala regional. Los tabasqueños regresarían en repetidas ocasiones a Pichucalco para saquearlos en 1913; luego, los Carrancistas lo harían para establecer el gobierno de Agustín Castro en 1914; los zapatistas de Rafael Cal y Mayor quemarían sus principales fincas en 1916; años más tarde, serían obligados a cooperar con el movimiento del Plan de Agua Prieta.

Particularmente, durante la segunda década del siglo XX estos movimientos trajeron consigo que, las fincas pichucalqueñas se encontraran diezmadas, trastocadas, saqueadas y en medio de la incertidumbre por la aparición de las revueltas o el bandolerismo, como se referían a los  movimientos de los revolucionarios tabasqueños. La finca se encontraba en crisis y algunas familias endeudas con el fisco.

La crisis fue mucho más evidente a partir de 1922, pues ese año, en la región de Pichucalco hubo “escasez de metálico en el comercio y difíciles [las] condiciones en que quedaron los bienes por el abandono en que los tuvieron los dueños a causa de la revolución en Chiapas”[13], según expuso la familia Castellanos Figueroa, dueños de varias propiedades en el estado y en Tabasco, al solicitar las condonaciones de sus deudas de impuestos al Gobernador del Estado.

Para otros, los estragos a sus propiedades era propiciada por el desdén de los gobiernos locales, quienes permitían la aparición de “grupos de rebeldes que ha largo tiempo merodean, [lo cual] hace de la situación en los campos sea  insostenible, obligando a muchos propietarios a abandonar sus haciendas, que desearan realizar a bajos precios, para ir a radicar a otros lugares”[14]. Los responsables de esta situación- argumentaban- eran los gobernadores de Tabasco y Chiapas.

Por este panorama “insostenible”, tal vez, decidieron incorporarse y respaldar al movimiento armado a favor de Adolfo de la Huerta, para lo cual crearon, el Ejercito Revolucionario “Brigada Guadalupe Sánchez” (ER-BGS) en diciembre de 1923.




[1]  INEGI- Tercer censo de población de  los Estados Unidos Mexicanos verificado el 27 de octubre del 1910. Capítulo I. Pág. 34.  INEGI-2011. Aguascalientes México.
[2] PEDRERO Nieto, Gloria. La Nueva estructura Agraria de Chiapas 1853-1910. Tesis Doctoral. Universidad Autónoma Metropolitana. México, DF. 2009. Pág. 83.

[3] Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. Centro Universitario de Información y Documentación. (UNICACH- CUID, en adelante.) Anuario Estadístico del Estado de Chiapas. 1908.
[4] INEGI- Tercer censo de población de  los Estados Unidos Mexicanos verificado el 27 de octubre del 1910. Capítulo I. Pág. 34.  INEGI-2011. Aguascalientes México.
[5] ALCALÁ, Maximino.  Criaderos de  Petróleo de Pichucalco. Finca Guadalupe, Estado de Chiapas, en Memorias de la Sociedad Científica “Antonio Alzate”. Tomo XIII. 1899-1905.  México, DF. Pág. 311
[6] UNICACH- CUID. Fondo de la Secretaría General de Gobierno. Libro sección fomento, tomo II, año 1908. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
[7] UNICACH- CUID. Fondo de la Secretaría General de Gobierno. Libro Gobernación. Tomo I, 1909.
[8] FENNER Justus y Miguel Lisbona Guillén, coordinadores. La Revolución en Chiapas, un siglo después. UNICACH. 2010. Pág. 164
[9] GARCIA Cantú. Gastón  El socialismo en México, siglo XIX. Ediciones Era, 1974. Pp. 383-384
[10] FENNER Justus y Miguel Lisbona Guillén, coordinadores. La Revolución en Chiapas, un siglo después. UNICACH. 2010. Pág. 246.
[11] UNICACH- CUID- Secretaría General de Gobierno. Libro Sección Guerra. . Expediente 18-19. Tomo VI Telegrama No. 14. Juchitán el 10 de mayo de 1911.
[12] BENJAMIN, Thomas L. “Chiapas; Tierra Rica, pueblo pobre” Editorial Grijalbo. Pág. 124.
[13] UNICACH-CUID. Carta de Lisandro López apoderado legal de la familia Castellanos Figueroa al Gobernador del Estado, de fecha 22 de julio de 1922.
[14] Archivo familiar Cantoral Pérez. (AF-CP, en adelante) Copia de la Carta de Félix Clemente al Periódico Excelsior, fechado el 6 de abril de de 1923. Finca San Antonio el Cocal. Pichucalco, Chiapas.

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