El Estado porfiriano en Pichucalco 1900-1910
Fermín Ledesma D/Julio, 2012.
Durante la primera década del siglo XX, la región de Pichucalco contaba con una población total de 27 mil 924 habitantes, de los cuales el censo de 1910, identificó una población totalmente rural. Una gran mayoría vivía en las fincas, mientras el resto, lo hacía en chozas y jacales de los 12 principales pueblos.[1] Eran tiempos del Presidente Porfirio Díaz y del Rabasismo, en Chiapas.
La zona parecía una de las regiones más
boyantes de Chiapas. Al menos, así lo evidenciaban los resultados de los
diversos censos practicados en las haciendas y en los pueblos durante la
primera década del siglo. La producción de cacao, el comercio y los finqueros
constituían el centro del poder regional.
“De acuerdo a las estadísticas lo más notable
de este departamento fue el crecimiento de la propiedad privada, pues pasó de
126 en 1837 a
1241 en 1909 propiedades rurales, pudiéndose relacionar tal fenómeno con las
políticas de deslinde y colonización implementadas por el gobierno porfirista”.[2]
Tan solo en 1908, el Gobierno de Ramón Rabasa, identificó 127 fincas
dedicadas a la siembra de cacao y caña de azúcar, principalmente, cuyo precio
excedían los $10,000.00 de valor fiscal en Pichucalco[3].
Precisamente, una gran parte de la población y la
mano de obra se ocupaba en el trabajo de las fincas y en el cultivo de la tierra. Durante el censo de 1910, se identificó que
al menos, 6 mil 235 personas eran empleados como jornaleros o peones de campo
en las haciendas, mientras que 555 estaban como criados y sirvientes directamente,
1,149 personas eran “agricultores”, es decir propietarios de las tierras,
mientras que, 8 mil 387 reportaron alguna actividad propiamente del quehacer
doméstico.[4]
La industria petrolera parecía una alternativa para
el desarrollo de la región. Los recientes hallazgos de yacimientos por parte
del ingeniero Máximino Alcalá al explorar los terrenos de la finca La Guadalupe , por los
rumbos de Nicapa y Tectuapán, abrían la posibilidad de convertir a Pichucalco
en una zona potencial de extracción de hidrocarburos, porque se decía, “el
porvenir de una región está pues en la apertura de pozos profundos”[5]
Unos años después de los descubrimientos de Alcalá, el 14 de agosto de
1907 se concretaron las primeras exploraciones de petróleo, al firmarse el
contrato de concesión entre el Gobierno Federal y la compañía Anglo Mexicana,
Oil Fields Ltd, representados por el Secretario de Estado y del Despacho de
Fomento, Colonización e Industria, Lic. Olegario Molina, y los Señores Luis de la Barra y Juan Bringas
representantes de la compañía citada, por un lapso de 10 años. [6]
En el plano político, los finqueros eran quienes decidían los puestos de
decisión regional más importantes. Así, para las elecciones de 1908, al menos,
un representante de cada familia ocupaba un cargo en los ayuntamientos de sus
respectivos municipios; Pedro Resendez y Gregorio Pastrana en Ixtacomitán; Alberto Pérez Pastrana en Chapultenango y los
hermanos Antonino Cantoral y Mariano Baldomero Cantoral en Nicapa, (hoy
perteneciente a Pichucalco)[7],
entre otros.
En muchos casos “el Estado llamó a los finqueros para realizar funciones
públicas prominentes: construir escuela, reparar caminos y puentes, aplicar
censos e informar sobre las condiciones la producción local […] de esta forma
los finqueros devinieron en el Estado”.[8]
Quizá por eso, aunque frecuentemente eran denunciados por mantener en
condiciones de esclavitud y propinar severos castigos a sus mozos en las fincas[9],
ninguna autoridad intervenía. Es más, eran de la idea de que, las deudas de los
peones no debían suprimirse, según lo habían manifestado en el Congreso
Agrícola celebrado en 1896 en Tuxtla Gutiérrez.[10]
Todos estos elementos y el contexto regional de la época, permitía a los
hacendados locales mantener interés en cada uno de los sectores de la economía,
con la lógica concentración de la producción agrícola y la propiedad rural, los
cuales, a su vez, hacia que mantuvieran un férreo control de decisión sobre la región, más de allá de
lo económico y lo político. Así, la paz porfiriana estaba asentada en
Pichucalco, sin mayores problemas.
Pero, toda esta bonanza económica que privaba en la región y la aparente
paz de la que gozaban los hacendados sería interrumpida el 10 de mayo de 1911,
cuando un grupo de Tabasqueños, provenientes de La Chontalpa cruzaron la
frontera de Teapa hacia Pichucalco[11],
para llevar la revolución maderista que había estallado en gran parte del país.
Al llegar al lugar, los tabasqueños saquearon
los comercios, se llevaron la escasa munición con que contaba el destacamento,
incendiaron algunas fincas de hacendados que se oponían al movimiento,
“reclutaron a 60 hombres en la cárcel
local y robaron 30 mil pesos del único banco del pueblo”[12].
Incluso, un grupo de Pichucalqueños, dirigidos por Juan Hernández se enrolaron
en las tropas tabasqueñas y durante los años siguientes, serían actores claves
en las revueltas regionales.
A partir de ese año, los hacendados
comenzarían a vivir las consecuencias del proceso revolucionario a una escala
regional. Los tabasqueños regresarían en repetidas ocasiones a Pichucalco para saquearlos
en 1913; luego, los Carrancistas lo harían para establecer el gobierno de
Agustín Castro en 1914; los zapatistas de Rafael Cal y Mayor quemarían sus
principales fincas en 1916; años más tarde, serían obligados a cooperar con el
movimiento del Plan de Agua Prieta.
Particularmente, durante la segunda década
del siglo XX estos movimientos trajeron consigo que, las fincas pichucalqueñas
se encontraran diezmadas, trastocadas, saqueadas y en medio de la incertidumbre
por la aparición de las revueltas o el bandolerismo, como se referían a
los movimientos de los revolucionarios
tabasqueños. La finca se encontraba en crisis y algunas familias endeudas con
el fisco.
La crisis fue mucho más evidente a partir de
1922, pues ese año, en la región de Pichucalco hubo “escasez de metálico en el comercio y difíciles [las] condiciones en que
quedaron los bienes por el abandono en que los tuvieron los dueños a causa de
la revolución en Chiapas”[13],
según expuso la familia Castellanos Figueroa, dueños de varias propiedades en
el estado y en Tabasco, al solicitar las condonaciones de sus deudas de
impuestos al Gobernador del Estado.
Para otros, los estragos a sus propiedades
era propiciada por el desdén de los gobiernos locales, quienes permitían la
aparición de “grupos de rebeldes que ha largo tiempo merodean, [lo cual] hace
de la situación en los campos sea
insostenible, obligando a muchos propietarios a abandonar sus haciendas,
que desearan realizar a bajos precios, para ir a radicar a otros lugares”[14].
Los responsables de esta situación- argumentaban- eran los gobernadores de
Tabasco y Chiapas.
Por este panorama “insostenible”, tal vez,
decidieron incorporarse y respaldar al movimiento armado a favor de Adolfo de la Huerta , para lo cual
crearon, el Ejercito Revolucionario “Brigada Guadalupe Sánchez” (ER-BGS) en
diciembre de 1923.
[1] INEGI-
Tercer censo de población de los Estados Unidos Mexicanos verificado el 27
de octubre del 1910. Capítulo I. Pág. 34.
INEGI-2011. Aguascalientes México.
[2]
PEDRERO Nieto, Gloria. La Nueva estructura Agraria de Chiapas 1853-1910. Tesis
Doctoral. Universidad Autónoma Metropolitana. México, DF. 2009. Pág. 83.
[3] Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas.
Centro Universitario de Información y Documentación. (UNICACH- CUID, en
adelante.) Anuario Estadístico del Estado de Chiapas. 1908.
[4]
INEGI- Tercer censo de población de los Estados Unidos Mexicanos verificado el 27
de octubre del 1910. Capítulo I. Pág. 34.
INEGI-2011. Aguascalientes México.
[5] ALCALÁ,
Maximino. Criaderos de Petróleo de
Pichucalco. Finca Guadalupe, Estado de Chiapas, en Memorias de la
Sociedad Científica “Antonio Alzate”. Tomo XIII.
1899-1905. México, DF. Pág. 311
[6] UNICACH-
CUID. Fondo de la
Secretaría General de Gobierno. Libro sección fomento, tomo
II, año 1908. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
[8] FENNER Justus y Miguel Lisbona Guillén,
coordinadores. La
Revolución en Chiapas, un siglo después. UNICACH. 2010. Pág.
164
[10] FENNER Justus y Miguel Lisbona Guillén,
coordinadores. La
Revolución en Chiapas, un siglo después. UNICACH. 2010. Pág.
246.
[11] UNICACH- CUID- Secretaría General de Gobierno.
Libro Sección Guerra. . Expediente
18-19. Tomo VI
Telegrama No. 14. Juchitán el 10 de mayo de 1911.
[13]
UNICACH-CUID. Carta de Lisandro López apoderado legal de la familia Castellanos
Figueroa al Gobernador del Estado, de fecha 22 de julio de 1922.
[14] Archivo familiar Cantoral Pérez. (AF-CP, en
adelante) Copia de la Carta
de Félix Clemente al Periódico Excelsior, fechado el 6 de abril de de 1923.
Finca San Antonio el Cocal. Pichucalco, Chiapas.