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miércoles, julio 11, 2012

El Estado porfiriano en Pichucalco 1900-1910

Fermín Ledesma D/Julio, 2012.

Durante la primera década del siglo XX, la región de Pichucalco contaba con una población total de 27 mil 924 habitantes, de los cuales el censo de 1910, identificó una población totalmente rural. Una gran mayoría vivía en las fincas, mientras el resto, lo hacía en chozas y jacales de los 12 principales pueblos.[1] Eran tiempos del Presidente Porfirio Díaz y del Rabasismo, en Chiapas.

La zona parecía una de las regiones más boyantes de Chiapas. Al menos, así lo evidenciaban los resultados de los diversos censos practicados en las haciendas y en los pueblos durante la primera década del siglo. La producción de cacao, el comercio y los finqueros constituían el centro del poder regional.
 “De acuerdo a las estadísticas lo más notable de este departamento fue el crecimiento de la propiedad privada, pues pasó de 126 en 1837 a 1241 en 1909 propiedades rurales, pudiéndose relacionar tal fenómeno con las políticas de deslinde y colonización implementadas por el gobierno porfirista”.[2]

Tan solo en 1908, el Gobierno de Ramón Rabasa, identificó 127 fincas dedicadas a la siembra de cacao y caña de azúcar, principalmente, cuyo precio excedían los $10,000.00 de valor fiscal en Pichucalco[3].
Precisamente, una gran parte de la población y la mano de obra se ocupaba en el trabajo de las fincas  y en el cultivo de la tierra.  Durante el censo de 1910, se identificó que al menos, 6 mil 235 personas eran empleados como jornaleros o peones de campo en las haciendas, mientras que 555 estaban como criados y sirvientes directamente, 1,149 personas eran “agricultores”, es decir propietarios de las tierras, mientras que, 8 mil 387 reportaron alguna actividad propiamente del quehacer doméstico.[4]

La industria petrolera parecía una alternativa para el desarrollo de la región. Los recientes hallazgos de yacimientos por parte del ingeniero Máximino Alcalá al explorar los terrenos de la finca La Guadalupe, por los rumbos de Nicapa y Tectuapán, abrían la posibilidad de convertir a Pichucalco en una zona potencial de extracción de hidrocarburos, porque se decía, “el porvenir de una región está pues en la apertura de pozos profundos[5]

Unos años después de los descubrimientos de Alcalá, el 14 de agosto de 1907 se concretaron las primeras exploraciones de petróleo, al firmarse el contrato de concesión entre el Gobierno Federal y la compañía Anglo Mexicana, Oil Fields Ltd, representados por el Secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización e Industria, Lic. Olegario Molina, y los Señores Luis de la Barra y Juan Bringas representantes de la compañía citada, por un lapso de 10 años. [6]

En el plano político, los finqueros eran quienes decidían los puestos de decisión regional más importantes. Así, para las elecciones de 1908, al menos, un representante de cada familia ocupaba un cargo en los ayuntamientos de sus respectivos municipios; Pedro Resendez y Gregorio Pastrana en Ixtacomitán;  Alberto Pérez Pastrana en Chapultenango y los hermanos Antonino Cantoral y Mariano Baldomero Cantoral en Nicapa, (hoy perteneciente a Pichucalco)[7], entre otros.

En muchos casos “el Estado llamó a los finqueros para realizar funciones públicas prominentes: construir escuela, reparar caminos y puentes, aplicar censos e informar sobre las condiciones la producción local […] de esta forma los finqueros devinieron en el Estado”.[8]
Quizá por eso, aunque frecuentemente eran denunciados por mantener en condiciones de esclavitud y propinar severos castigos a sus mozos en las fincas[9], ninguna autoridad intervenía. Es más, eran de la idea de que, las deudas de los peones no debían suprimirse, según lo habían manifestado en el Congreso Agrícola celebrado en 1896 en Tuxtla Gutiérrez.[10]

Todos estos elementos y el contexto regional de la época, permitía a los hacendados locales mantener interés en cada uno de los sectores de la economía, con la lógica concentración de la producción agrícola y la propiedad rural, los cuales, a su vez, hacia que mantuvieran un férreo control  de decisión sobre la región, más de allá de lo económico y lo político. Así, la paz porfiriana estaba asentada en Pichucalco, sin mayores problemas.

Pero, toda esta bonanza económica que privaba en la región y la aparente paz de la que gozaban los hacendados sería interrumpida el 10 de mayo de 1911, cuando un grupo de Tabasqueños, provenientes de La Chontalpa cruzaron la frontera de Teapa hacia Pichucalco[11], para llevar la revolución maderista que había estallado en gran parte del país.

Al llegar al lugar, los tabasqueños saquearon los comercios, se llevaron la escasa munición con que contaba el destacamento, incendiaron algunas fincas de hacendados que se oponían al movimiento, “reclutaron a  60 hombres en la cárcel local y robaron 30 mil pesos del único banco del pueblo”[12]. Incluso, un grupo de Pichucalqueños, dirigidos por Juan Hernández se enrolaron en las tropas tabasqueñas y durante los años siguientes, serían actores claves en las revueltas regionales.

A partir de ese año, los hacendados comenzarían a vivir las consecuencias del proceso revolucionario a una escala regional. Los tabasqueños regresarían en repetidas ocasiones a Pichucalco para saquearlos en 1913; luego, los Carrancistas lo harían para establecer el gobierno de Agustín Castro en 1914; los zapatistas de Rafael Cal y Mayor quemarían sus principales fincas en 1916; años más tarde, serían obligados a cooperar con el movimiento del Plan de Agua Prieta.

Particularmente, durante la segunda década del siglo XX estos movimientos trajeron consigo que, las fincas pichucalqueñas se encontraran diezmadas, trastocadas, saqueadas y en medio de la incertidumbre por la aparición de las revueltas o el bandolerismo, como se referían a los  movimientos de los revolucionarios tabasqueños. La finca se encontraba en crisis y algunas familias endeudas con el fisco.

La crisis fue mucho más evidente a partir de 1922, pues ese año, en la región de Pichucalco hubo “escasez de metálico en el comercio y difíciles [las] condiciones en que quedaron los bienes por el abandono en que los tuvieron los dueños a causa de la revolución en Chiapas”[13], según expuso la familia Castellanos Figueroa, dueños de varias propiedades en el estado y en Tabasco, al solicitar las condonaciones de sus deudas de impuestos al Gobernador del Estado.

Para otros, los estragos a sus propiedades era propiciada por el desdén de los gobiernos locales, quienes permitían la aparición de “grupos de rebeldes que ha largo tiempo merodean, [lo cual] hace de la situación en los campos sea  insostenible, obligando a muchos propietarios a abandonar sus haciendas, que desearan realizar a bajos precios, para ir a radicar a otros lugares”[14]. Los responsables de esta situación- argumentaban- eran los gobernadores de Tabasco y Chiapas.

Por este panorama “insostenible”, tal vez, decidieron incorporarse y respaldar al movimiento armado a favor de Adolfo de la Huerta, para lo cual crearon, el Ejercito Revolucionario “Brigada Guadalupe Sánchez” (ER-BGS) en diciembre de 1923.




[1]  INEGI- Tercer censo de población de  los Estados Unidos Mexicanos verificado el 27 de octubre del 1910. Capítulo I. Pág. 34.  INEGI-2011. Aguascalientes México.
[2] PEDRERO Nieto, Gloria. La Nueva estructura Agraria de Chiapas 1853-1910. Tesis Doctoral. Universidad Autónoma Metropolitana. México, DF. 2009. Pág. 83.

[3] Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. Centro Universitario de Información y Documentación. (UNICACH- CUID, en adelante.) Anuario Estadístico del Estado de Chiapas. 1908.
[4] INEGI- Tercer censo de población de  los Estados Unidos Mexicanos verificado el 27 de octubre del 1910. Capítulo I. Pág. 34.  INEGI-2011. Aguascalientes México.
[5] ALCALÁ, Maximino.  Criaderos de  Petróleo de Pichucalco. Finca Guadalupe, Estado de Chiapas, en Memorias de la Sociedad Científica “Antonio Alzate”. Tomo XIII. 1899-1905.  México, DF. Pág. 311
[6] UNICACH- CUID. Fondo de la Secretaría General de Gobierno. Libro sección fomento, tomo II, año 1908. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
[7] UNICACH- CUID. Fondo de la Secretaría General de Gobierno. Libro Gobernación. Tomo I, 1909.
[8] FENNER Justus y Miguel Lisbona Guillén, coordinadores. La Revolución en Chiapas, un siglo después. UNICACH. 2010. Pág. 164
[9] GARCIA Cantú. Gastón  El socialismo en México, siglo XIX. Ediciones Era, 1974. Pp. 383-384
[10] FENNER Justus y Miguel Lisbona Guillén, coordinadores. La Revolución en Chiapas, un siglo después. UNICACH. 2010. Pág. 246.
[11] UNICACH- CUID- Secretaría General de Gobierno. Libro Sección Guerra. . Expediente 18-19. Tomo VI Telegrama No. 14. Juchitán el 10 de mayo de 1911.
[12] BENJAMIN, Thomas L. “Chiapas; Tierra Rica, pueblo pobre” Editorial Grijalbo. Pág. 124.
[13] UNICACH-CUID. Carta de Lisandro López apoderado legal de la familia Castellanos Figueroa al Gobernador del Estado, de fecha 22 de julio de 1922.
[14] Archivo familiar Cantoral Pérez. (AF-CP, en adelante) Copia de la Carta de Félix Clemente al Periódico Excelsior, fechado el 6 de abril de de 1923. Finca San Antonio el Cocal. Pichucalco, Chiapas.

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