El norte de Chiapas como espacio para la construcción social del riesgo.
En los últimos dos
años, los resultados de diversos estudios de corte científico realizados por
instituciones públicas revelan la preocupante construcción social del riesgo en
los municipios de la región norte de Chiapas como consecuencia de las políticas
extractivas de los recursos naturales y la lógica de la modernización, lo cual ha
colocado a los indígenas zoques que habitan esta área cultural, a estar bajo condiciones altamente vulnerables,
dando pie a la configuración de un territorio
deprimido.
El primer estudio realizado por Manuel Bollo Manent y otros, del
Instituto de Geografía de la UNAM (2011), quienes al estudiar el paisaje
físico-geográfico de los municipios de Juárez, Reforma, Pichucalco, Ostuacán y
Sunuapa, encontraron “pérdida de la fertilidad naturales del suelo por el
exceso de ganado, la deforestación
por extensión de la frontera pecuaria o agrícola, quimización de las aguas
subterráneas y superficiales por actividad agrícola intensiva, contaminación
química y biológica de las aguas superficiales y subterráneas por residuales
domésticos líquidos (aguas negras) o por falta de regulación en el manejo de
residuos sólidos”.
La consecuencia de ello es que el uso del suelo presenta
un estado crítico en un 5% con tendencia a pasar a un nivel muy
crítico, mientras que el 83% de esa área permanece en estado inestable. Tan
sólo un 5% de la superficie de los paisajes del norte petrolero de Chiapas se
encuentran en estado estable, según el estudio.
No es casual entonces que hoy, las principales inundaciones se presenten
en los municipios de Pïchucalco y Juárez.
Otro estudio, realizado por un grupo de geógrafos y
vulcanólogos de la UNAM y la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (2012)
encontró que los
hundimientos y deslizamientos de tierras de grandes magnitudes ocurridos en San
Isidro Las Banderas en Pantepec durante 2003 y Juan de Grijalva en Ostuacán en
2007 evidencian los efectos inmediatos por sobreuso del suelo de carácter
extractivo así como la presencia de la ganadería en gran parte del norte de
Chiapas.
El escaso bosque mesófilo ubicado en la conocida Selva Negra comienza a
experimentar severos daños por el avance de la ganadería en la parte más alta
de la montaña. Esa espesa niebla con vegetación de helechos que hace más de un
siglo atravesó Emilio Rabasa al llegar a Chiapas para tomar posesión como
Gobernador del Estado, comienza a disolverse en los campos ganaderos de Rayón.
Los efectos de esta ganaderización intensiva del norte de Chiapas se
confirma por otro estudio realizado recientemente por profesores de la
Universidad Autónoma Chapingo (2013), quienes al estudiar 157.4 km de la cuenca
del río Pichucalco [río Ixtacomitán] determinaron que las causas principales de
la erosión hídrica se relacionan con la ganadería extensiva en laderas, la cual
se lleva a cabo en el 76.2 % de la cuenca estudiada, sobre todo en Ixtacomitán y Chapultenango.
En relación a los efectos del cambio climático en el Norte de Chiapas
comienzan a ser percibidos sobre todo en la población indígena Zoque, según un
estudio realizado por María Silvia Sánchez Cortes y Elena Lazos Chavero (2011) en el artículo “Indigenous perception of changes in climate variability and its
relationship with agriculture in a Zoque community of Chiapas, Mexico”
Particularmente este estudio revela que el calendario agrícola
tradicional Zoque que sirve de base al conocimiento local del periodo de
siembra y cosecha de cultivos, sobre todo en el maíz, comienza a ser desplazado
en algunos meses, es decir, mientras antes la cosecha se realizaba en periodos
más cortos, hoy se realiza en periodos más largos, o bien, la evidencia es que
ahora en los huertos familiares se siembran plantas de climas más cálidos como
café, plátano y naranja, los cuales antes eran impensables para climas fríos
como el de Ocotepec.
Justamente, el municipio de Ocotepec ha sido el más golpeado por la
presencia de las lluvias “atípicas” que se han presentado en los últimos 11
años en Chiapas. Al menos, eso evidencia
las 10 declaratorias de desastres naturales publicadas en el Diario Oficial de
la Federación desde el año 2002.
Quizá un efecto de la superficie siniestrada es que se ha dejado de
sembrar más de 5 mil hectáreas de maíz en los últimos 10 años, sobre todo en el
área que habitan los Zoques, lo cual, podría traer como consecuencia problemas para
adquirir alimentos, es decir, la seguridad alimentaria de la población. En
Tapalapa, por ejemplo, comienzan a expresarse cuadros severos de desnutrición
infantil.
De hecho, dos estudios realizados por investigadores de la UNACH (2010)
y UNICACH (2012) revelaron que las mayores tasas de mortalidad infantil
(neonatal precoz y neonatal) de Chiapas ocurrieron en Ocotepec y Francisco León
durante el periodo de 1998-2003, mientras que en Pantepec se encontró que
existe una alta prevalecencia entre la desnutrición de los niños con la
presencia de parásitos, lo cual, pone en evidencia la gravedad de los problemas
de salud de la población local.
Respecto a la [re] producción social, la cifra alcanzada hasta el año
2010 revela que el 98.2% del total de la población del territorio indígena del
Norte de Chiapas se encuentra en
situación de pobreza principalmente en Rayón, Pantepec, Tapalapa, Francisco
León, Coapilla, Jitotol, Ocotepec y Chapultenango (CONEVAL, 2010).
Frente a este cúmulo de problemas que enfrenta el Norte de Chiapas,
recientemente la acción del Estado ha sido la de insertar el discurso del nuevo
ordenamiento territorial basado en el “desarrollo sustentable” mediante el
Programa de Ordenamiento Ecológico y Territorial de la Zona Petrolera de la
Región Norte de Chiapas (POET ZPRN).
El POET ZPRN pone énfasis en el desarrollo de centros ecoturísticos,
empresas agro industriales y actividades orientadas al mercado local, nacional
y extranjero mediante la creación de unidades de gestión ambiental (UGA), como
únicas alternativas de desarrollo regional para los próximos 25 años (SEMAHN,
2012), mientras que una parte de la comunidad científica observa en el Volcán
El Chichón la alternativa turística generadora de ingresos económicos para la
población local y la posibilidad de construir una educación ambiental en torno
al volcán.
En general, el
Norte de Chiapas presenta graves problemas de deterioro que se refleja en la población
altamente empobrecida, carencia de bienes patrimoniales, bajos ingresos
económicos, niveles inferiores al del bienestar y limitados acceso a servicios
públicos, lo cual hace pensar en la construcción de un territorio altamente
deprimido y socialmente en riesgo.
Es posible que este
deterioro del Norte de Chiapas esté relacionado con la aparición de actividades
ganaderas, la construcción de presas hidroeléctricas en el Bajo Grijalva
(Malpaso, Chicoasen y Peñitas) y el
desarrollo de complejos petroquímicos en el norte de Chiapas que propiciaron la construcción de un territorio altamente
vulnerable no sólo en la reproducción
social de la pobreza, sino en la producción espacial.
Esta condición particular del territorio del Norte de Chiapas encuentra
su lógica en los efectos de la
modernidad avanzada que propone U. Beck
en La sociedad del riesgo (1998), donde “la producción social de [la]
riqueza va acompañada sistemáticamente por la producción social de riesgos,
lo cual genera nuevas
desigualdades sociales”, impuesta por las estructuras y actores dominantes que
generan relaciones asimétricas y políticas extractivas en el Norte de Chiapas.
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